La omnipresencia de la inteligencia artificial (IA)

La omnipresencia de la inteligencia artificial (IA)

La omnipresencia de la inteligencia artificial (IA) no está exenta de desafíos sustanciales que plantean cuestionamientos éticos en el panorama tecnológico actual. Uno de los problemas más destacados es la opacidad algorítmica, donde los procesos internos de toma de decisiones de la IA pueden resultar inescrutables. Esto plantea preocupaciones sobre la responsabilidad y la rendición de cuentas cuando las decisiones impactan en la vida de las personas.

Un mundo en que el ser humano ya no depende del ser humano

Imaginemos una situación hipotética en la que una inteligencia artificial actúa como juez en un tribunal para decidir sobre la sentencia de un individuo que ha cometido un delito. Aunque la IA puede ser programada para analizar datos objetivos y seguir las leyes de manera imparcial, puede carecer de empatía en el sentido humano.

Supongamos que el acusado es un joven que ha cometido un delito menor, pero la IA, al no tener la capacidad de entender las circunstancias personales y emocionales del individuo, podría imponer una sentencia estrictamente basada en las leyes y pautas establecidas sin considerar factores atenuantes. Por ejemplo, si el joven delincuente cometió el delito debido a dificultades económicas, problemas familiares o condiciones sociales desfavorables, la IA podría pasar por alto estos aspectos y aplicar una pena sin tomar en cuenta la posibilidad de rehabilitación o redención.

La empatía humana a menudo implica comprender las complejidades de la vida y las motivaciones detrás de las acciones de una persona. Una IA puramente lógica y basada en datos puede carecer de esta comprensión más profunda, lo que podría resultar en decisiones judiciales que, aunque legalmente correctas, pueden no ser las más justas o humanas desde una perspectiva empática.